Los cambios nos asustan y mucho. Es una realidad. Nos gustaría que todo quedara bien quietecito y bajo control (una falacia absoluta porque el control no existe), pero la realidad es que la vida es cambio continuo y movimiento absolutamente necesario para sobrevivir y evolucionar.
Entonces, ¿por qué nos resistimos tanto a cambiar?
Pues como siempre, por inconsciencia y por miedo.
Por la inconsciencia de no creerte que mereces alcanzar lo que deseas.
Por el miedo que generan los riesgos, la incomodidad y la incertidumbre que muchas veces implica perseguir tus metas y deseos.
El trabajo de desarrollo personal aquí consiste en hacer consciente tu merecimiento y darte permiso para actuar atendiendo tu sentir e ignorando las expectativas de los demás sobre ti (o que tú crees que los demás esperan de ti).
Como concluye la autora del libro: “¿qué resulta más arriesgado: ignorar lo que la gente pueda pensar de nosotros o hacer oídos sordos a lo que sentimos, lo que creemos u lo que somos?”
Si decides que la principal ocupación de tu vida sea vivirla lo mejor posible, creo que puedo ayudarte a conseguirlo. ¿Hablamos?