La capacidad de elegir nos pertenece a cada ser humano. Sin condiciones. Y está disponible para todos y cada uno de nosotros. Aún cuando nos encontramos en el callejón sin salida más imposible, siempre hay una elección.
Puede que esta afirmación te suene a película de Disney o de ciencia ficción. Y es que la reflexión de hoy requiere una mirada sutil y diferente. Una mirada más amplia que te permita ver más allá de lo que tus sentidos corporales pueden experimentar.
Porque no todas las respuestas están en lo que podemos ver, oír, oler, tocar o saborear.
Son muchas las ocasiones en las que enloqueces buscando respuestas ahí fuera, cuando la respuesta siempre había estado disponible en ti, sólo que tú no podías verla.
¿Realmente podemos elegir el camino a tomar? Definitiva y rotundamente sí. Pero atención, para poder creer esto hay que partir del paradigma de que, normalmente, hay muchas más opciones de las que podemos ver.
¿Por qué? Porque elegir siempre conlleva cambios, hacer algo que nos incomoda y esto nos impide ver una buena parte de las opciones que tenemos disponibles.
Elegir conlleva confiar en uno mismo. Y la seguridad en uno mismo requiere mucho autoconocimiento para saber quien soy, de qué soy capaz y saber cuánto valgo.
La capacidad de elección requiere confianza en uno mismo.
Y tú… ¿cuánto sientes que confías en ti misma a la hora de tomar de decisiones? Déjame tus comentarios